La tercera edad es una etapa de la vida en la que debemos poner mucha atención tanto en la salud física, como en la salud mental y socioafectiva.

La actividad física  en los adultos mayores puede actuar sobre las tres vertientes y ayudarnos a vivir una vida más sana, feliz y autónoma, siempre que la practiquemos con cuidado y atendiendo a nuestras características físicas y a nuestras necesidades particulares.

La actividad física nos puede ayudar a:

  • Prevenir el envejecimiento prematuro, tanto interior (de los órganos) como exterior.
  • Prevenir las enfermedades cardiovasculares como la hipertensión y la trombosis, así como problemas respiratorios y digestivos.
  • Prevenir atrofias, lesiones musculares y óseas, y mejorar la movilidad articular.
  • Mantener la capacidad respiratoria.
  • Potenciar la fuerza, la resistencia y la flexibilidad.
  • Mejorar los reflejos, la coordinación y el equilibrio, reduciendo el riesgo de caídas.
  • Mantener el peso corporal y evitar la obesidad.
  • Recuperarse después de una enfermedad o lesión.
  • Mantener la autonomía física.
  • Conocer las limitaciones y aceptar el propio cuerpo, que va cambiando con la edad.